La fotografía se encuentra al filo entre el oficio y la profesión. Algunos estudian por años en alguna institución que certifique sus conocimientos, mientras que otros obtienen conocimientos heredados de generación en generación. ¿En qué momento aparecieron aquellos tocados por la varita mágica que aprendieron fotografía sin estudiar un mísero libro?
Quizá el origen sea la masificación de las cámaras fotográficas y el (bendito/maldito) modo automático. Recuerdo la pregunta en un conocido portal de fotografía sobre si comprarían una cámara-robot cuyo modo automático eligiera el encuadre, la focal, la composición, el mensaje, el vestuario y todos los parámetros técnicos. 15 personas respondieron que sí, quizá cuántos más lo harían pero guardaron silencio.
Cuando ese robot-fotógrafo sea real, sucederá otro golpe duro a la fotografía, esta vez será (casi) mortal. Pero mientras ello no ocurra ¿Qué te hace pensar que no necesitas formación fotográfica? Sí, somos especiales, muy inteligentes, muy talentosos, únicos y cuánto piropo nos hayan dicho nuestros padres cuando pequeños, pero no nacimos con conocimiento por lo tanto todos debemos ir a la escuela a recibir enseñanzas. ¿Qué te hace pensar que para capturar fotografías no necesitas aprender?
Los casos que me resultan más llamativos son aquellos que se compran una cámara réflex para autoproclamarse fotógrafos profesionales. Quiero excluir a los fotógrafos de parques comunales, aquellos que fotografían niños en ponys de madera y familias con recién nacidos. La mayoría que conozco son fotógrafos de un nicho muy reducido sin mayores pretensiones que continuar la loable tradición heredada por sus padres.
Los nuevos fotógrafos “profesionales” son quienes gustan de andar con la cámara réflex en la mano por todo sitio, sin importar donde esté, puede ser año nuevo con los amigos, visita a un familiar, lo reconoceremos porque su interés está en demostrar mediante el tamaño de su equipo que es un fotógrafo profesional. Compra el flash más caro que pueda y lo monta sobre la zapata. Contacta (mejor si es de manera indirecta) a niñas bonitas de su entorno para venderle una sesión fotográfica “profesional”. Lo vemos lucir a mediodía el flash en ttl sobre la zapata de la cámara (el tipo no conoce las propiedades de otras direcciones de luz), también lo vemos durante la noche con el mismo flash rebotando la luz contra el techo aun cuando éste se encuentre a más de 5 metros como en una catedral o salón de eventos. En ocasiones he querido preguntarles qué hacen, pero no he encontrado la forma de hacerlo sin que parezca burla. Es inevitable que lo tomen así cuando ni ellos saben por qué lo hacen, solo que los hace ver más “pro”.
Cuando comencé en fotografía intenté tomar muchos cursos presenciales pero los horarios no me coincidían, por lo tanto opté por muchos cursos formales vía internet + la compra de muchos libros, exponiendo mi trabajo a la crítica de personas con mayor formación y kilometraje que yo. Esto último recomiendo realizar sin miedo. Es cierto, nos “duele la guata” a todos, pero cada vez será menos.
Estos nuevos profesionales, no toman cursos aun cuando se los recomienden. ¿Para qué? Ya saben fotografía. Algunos miran de reojo sobre el curso, lo suficiente para auto convencerse que “no es tan bueno”, y con cuidado que no los vean como interesados, eso podría desperfilarlos.
Cómo reflexión final señalo lo siguiente… “seguirán sacándose fotos con objetivos de gran tamaño, con la mayor cantidad de equipos posibles para impresionar a sus amigos y familiares de Facebook, pero no lo olviden, en el mundo de los ciegos el tuerto es rey”
Hola Jaime, que tal!!
Que buen artículo, muy cierto lo que dice, para cualquier cosa se necesita formación, es importante tener interes de aprender.
Mi opinion o mi critica quizas, es que los cursos estan demasiado caros, por lo menos aqui en Stgo, siento que la fotografía se esta poniendo muy elitista, no está al alcance de todos, lamentablemente….
Saludos!!!
Hola Andrea, concuerdo plenamente en todo lo que señalas y también noto esa tendencia al alza en el valor de cursos y talleres. Imagino que en algún momento se detendrá.
Saludos y muchas gracias por comentar 🙂
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